Entrevista en la Revista Cosas
(Revista Cosas nº 724, 25 de junio de 2004)
Lo dejó prácticamente todo -principalmente su cargo como vicepresidente de Sonda- para ir a la pelea por la alcaldía de Peñalolén, una de las contiendas más emblemáticas de estas municipales. Y remarcando en su idealismo de antaño, aprovecha de pasar varios mensajes. "La clase política le tiene miedo a los jóvenes".
"De qué sirve vivir si no se sabe para qué", fue la frase que dedicó Claudio Orrego Vicuña a sus hijos en su testamento. En ese entonces, su primogénito tenía 15 años y, aparte de legarle su nombre y testimonio, el prócer de la Democracia Cristiana le dejó una misión no fácil de cumplir en tiempos escasos de idealismo.
Sin embargo, desde esos años en que presidía el centro de alumnos del Colegio Saint George, Claudio Orrego Larraín asumió su liderazgo con pasión. La misma que demostró años después cuando, desde la Escuela de Derecho de la Universidad Católica, conquistó la Feuc para la Concertación. Luego partió a Harvard y, a su regreso, fue concejal por Peñalolén y se hizo cargo del proceso de modernización del Estado bajo el gobierno de Eduardo Frei.
Su carrera iba en ascenso y rápidamente fue reclutado como uno de los niños prodigio del Presidente Ricardo Lagos, quien le dio la titánica tarea de ser a los 33 años, biministro de Vivienda y Bienes Nacionales. Hasta que, de la noche a la mañana, fue sacado y "juzgado en la plaza pública", como se tituló en ese momento.
Aún así, a poco andar, volvió a levantarse y fue contratado por Andrés Navarro como vicepresidente de desarrollo de Sonda. Aparentemente ahí lo tenía todo: reconocimiento, contactos, buen sueldo. Pero a fines de 2003, nuevamente la muerte de personas queridas -Jaime Castillo Velasco y el padre Gerardo Whelan- lo volvieron a remecer.
A sus 37 años -y tres hijos- decidió renunciar a tan alto cargo: "Uno no puede vivir marcando el paso, llegando a fin de mes, pagando deudas. Eso, al final, no es vida, es esclavitud. Como generación, hemos estado arrasados por una cultura de lo material. Pero de repente necesitamos sentirnos útiles", confiesa con esa intensidad y rapidez de palabra que lo definen a primera vista.
Se nota que desde chico se acostumbró a argumentar y a acaparar la atención del grupo.
"Siempre fuimos las ovejas negras de la familia. Por ambos lados -Orrego y Larraín-, todos son bastante de derecha. Pero nos queremos y respetamos mucho. Me acuerdo de estar comiendo en la casa de mis tíos Jorge Gabriel Larraín y Patricia Matte y discutir sobre el régimen de Pinochet, en el cual ella trabajaba y al cual yo me oponía furibundamente", relata. "Algo de eso tiene que ver con las viejas tradiciones republicanas, de que uno puede ser íntimo de alguien y discrepar en muchas cosas".
Así también cuenta que su abuela, Valentina Bunster de Larraín, nunca fue más feliz que cuando él salió del gabinete. "Pero ahora me preguntó: '¿Cómo dejó ese trabajo tan bueno?' Aunque al mismo tiempo siente chochera, porque sabe que esto es lo que más me apasiona".
No obstante sigue siendo miembro del directorio de Sonda y pretende seguir vinculado a Cieplán -donde hasta ahora ha ejercido como investigador asociado- reconoce que esta apuesta le significa algunos ajustes presupuestarios en el ámbito doméstico. "Hablé con mi señora y vimos las consecuencias prácticas de tener que redefinir los gastos de la familia. Ahora ella está trabajando más y yo tengo la fe del carbonero. No tengo dudas de que vamos a salir adelante. Si tenemos que cortar algunos suntuarios, lo vamos a hacer sin problemas. Los niños lo tienen súper claro", dice.
¿Por qué no te "guardaste" para ir como diputado en las elecciones del próximo año?
- Para quien quiere hacer cosas y le gusta lo social y lo político, ser alcalde es lo más entretenido. Se me abrió la posibilidad de volver a una comuna donde he trabajado casi toda mi vida, donde viví casi tres años, fui concejal y mantengo una corporación. Además, es un distrito muy atractivo. Tiene diversidad social, con enormes y graves problemas... es como un pequeño Chile de 230 mil habitantes. Y en un país donde hay problemas de delincuencia, de pobreza, de mala calidad de la educación, de mala atención en los servicios primarios de salud, se sabe que no bastan las buenas intenciones. El camino al infierno está lleno de ellas. La gente no sólo vive de pan y de veredas bien pavimentadas, también requiere de una esperanza por la cual jugársela.
¿Cómo te las arreglarás para financiar tu campaña?
- En eso todavía me falta, pero no me voy a quedar por plata. Vamos a hacer puerta a puerta, donde se ganan los votos. Y sé que al final las lucas van a llegar igual.
¿Qué dices cuando algunos te ven demasiado seguro de tí mismo, con una buena cuota de soberbia?
- Antes de eso, me considero un apasionado de todo lo que hago, lo que nunca he mirado como una falencia o un defecto. Sin embargo, hay que tener claro que esta pasión no es sinónimo de sentirse imprescindible. Llega un momento en que tienes que dar un paso al lado y dejar que otro continúe, lo que reconozco que me cuesta. Cuando salí del ministerio, sinceramente creía que lo estaba haciendo bien, estaba apasionado creando nuevas políticas, lo que continuó Jaime Ravinet. Pero yo no vi ningún fruto de mi gestión, aunque dejé mi vida y mi familia. No me medí, lo que es un defecto.
¿Qué tan presente está tu padre en todas tus aventuras políticas? De hecho, sigues siendo un firme militante de la Democracia Cristiana...
- A pesar de todo, dirían algunos... ( se ríe). Soy de la generación de los perseverantes, aunque algunos también dicen que de los "hincha pelotas". Pero en todo caso, creo que mi padre está súper presente. No hay semana que no me acuerde de lo que él hizo y de lo que significó para mí y para mucha gente.
¿Qué hay de él en ti?
- En realidad, soy súper distinto a mi papá. El, aunque fundó muchas instituciones, era más intelectual. Tenía un don particular para expresar las ideas. No sé qué habría pensado él al verme de vicepresidente de una empresa privada. A lo menos habría arrugado un poco la nariz, porque era de otro mundo. Pero la política actual es distinta. No sólo es la de los grandes discursos y sueños, también es la de la capacidad de gestión y los buenos planes. Como sociedad, hemos ido en un vaivén. En los '60, fue la época de los grandes sueños y después nos fuimos al pragmatismo más atroz. En el siglo XXI, no sólo las personas están volviendo a encontrarse con el espíritu, sus familias y el sentido de las cosas, sino que quienes estamos en lo público tenemos que ser capaces de reencantar ese espíritu en las personas.
¿Cuál es tu techo en política? Desde tus años en el Saint George se decía que tu objetivo era llegar a ser algún día Presidente de la República...
- Mi techo no tiene que ver con cargos. Tengo sueños súper ambiciosos para este país, en sociedad con mucha gente que ni siquiera está en la política. Mi pasión es construir un Chile distinto, pero el tiempo irá diciendo desde dónde. Nunca creí que iba a ser ministro ni tampoco que iba a trabajar en el sector privado... No ando con un mapa con la ruta crítica para llegar a algún lado. Eso es de gente frustrada, cuya meta en la vida es llegar a un cargo. También he aprendido, a porrazos, que uno puede hacer eso desde cualquier lugar.
"MÁS VÍCTIMA QUE VICTIMARIO"
A raíz de lo ocurrido en el caso MOP-Gate, ¿no te pesa la situación vivida por el ex ministro Carlos Cruz?
- Más allá de los ribetes judiciales, que desconozco, hay algo en la situación de Carlos Cruz en lo cual él también es víctima. Aquí hay temas que no se resolvieron hace mucho tiempo, hasta que llegó esta crisis. Él tuvo que decir: "Yo recibí un sobresueldo", para que arregláramos problemas que todo el mundo conocía. Lamentablemente, al menos en ese ámbito, Carlos Cruz fue el pato de la boda. Me tocó discutir y enviar proyectos de ley sobre el tema de la gerencia pública. Sin embargo, en ese momento, no se veía la oportunidad política para abordarlo, porque se creía que iba a ser malentendido. Y al final tuvimos que hacerlo de la peor manera, en medio de una crisis y asignándole una responsabilidad injustamente sólo a una persona, que era más bien víctima que victimario.
Después de haber estado a cargo de la modernización del Estado, ¿te sientes frustrado con ese desenlace?
- No, al final la historia te va demostrando que las crisis son oportunidades. Pero sí tengo una tremenda satisfacción, lo que puede corroborarlo la gente del CEP y de otros centros de estudios, es que todo el trabajo que hicimos, durante seis años, permitió que existieran respuestas sobre la mesa para enfrentar la crisis. Y aunque la gente no se dé cuenta, entre los legados que va a dejar el Presidente Lagos está una institucionalidad pública, en el financiamiento de la política como de reclutamiento de altos directivos de gobierno y transparencia de sus remuneraciones, que será la envidia de América Latina.
"MIEDO A LOS JÓVENES"
- Antes del mensaje presidencial del 21 de mayo, tú fuiste uno de los primeros en exigir que el gobierno se pusiera las pilas con el voto voluntario y la inscripción automática...
- Sí, pero me da una profunda rabia la inconsecuencia de la clase política. Hoy el mecanismo de inscripción electoral es tan engorroso, que está hecho casi para que los jóvenes no se inscriban. Es cierto que para el plebiscito del '88 todos nos inscribimos, porque nos jugábamos el destino de Chile. Pero es obvio que terminaríamos como hoy: con 2,4 millones de jóvenes que no están inscritos. Por eso, los políticos hacen puras campañas para el adulto mayor. Y como los jóvenes sienten que no los consideran, no se inscriben. Lo más increíble es que ese proyecto de inscripción automática ya fue anunciado el 2001 y se votó. ¡Pero se rechazó! ¡Con votos de la Concertación! ¡Un escándalo! ¿Dónde estaban esos senadores que han reclamdo la importancia de la juventud? La clase política ha demostrado que le tiene miedo a los jóvenes. Nadie se atreve a incorporar a un 30 por ciento del padrón electoral, porque no saben cómo va a votar.
¿Qué viabilidad le ves a este proyecto?
-Espero que La Moneda haga un trabajo político y saquemos al pizarrón a aquellos que se oponen. Pero ojalá que la discusión se centre en la inscripción automática más que en al voluntariedad del voto. Y que no pase que por estar de acuerdo en lo segundo, vamos a seguir con esos más de dos millones de personas fuera. Por eso pedimos que, para estas municipales, permitiéramos la inscripción por Internet. Podemos pagar los impuestos de esa forma, ¿cómo no vamos a poder inscribirnos? Es un tema sólo de voluntad política. ¿Cuánto ha gastado el Ministerio del Interior en una campaña que motive la inscripción? Desde muy chico aprendí que la prioridades se medían en tiempo, lucas o liderazgo. Nada de eso ha habido en este caso.
Tampoco se ve una especial preocupación por incorporar a los jóvenes en la DC...
- La gran mentira que nos hemos tragado como generación es que algún día "alguien" nos iba a abrir los espacios. Me cansé de escuchar las historias de cómo Eduardo Frei Montalva invitó a participar a todos estos caballeros que siguen aferrados a sus cargos. Ellos no se van a mover de ahí. Pero, ¿tenemos derecho sólo porque el carné nos dice que somos más jóvenes? A nadie le van a regalar nada si está sentado tranquilamente en su oficina. Por eso estoy yendo de alcalde, sin que me digan "Claudito, te traemos una sandía calada..." Espero que esto sea contagioso, para que en las parlamentarias también haya otros dispuestos a lanzarse. Sé que hay gente de mi generación con ganads de dar la pelea. Tales como Alberto Undurraga, que va ahora en Maipú; Sergio Espejo, Clemente Pérez, Manuel Inostroza, Sergio Micco...
Puros hombres... -
- Lamentablemente, ésa es una de las falencias que tenemos. Pero también hay algunas mujeres, como Ximena Rincón.
Y Soledad Alvear, la apuesta presidencial más segura de la DC segun las encuestas...
- Ella es un fenómeno en varios sentidos. Cuando la gente la ha criticado, se olvida que esta mujer lleva 14 años en el gabinete. ¡En la primera línea! Ha tenido los pantalones para tomar decisiones duras y ha podido abordar la política exterior en tiempos turbulentos y tener resultados. Soy un profundo admirador suyo. Y para mí es obvio que la mujer tiene los mismos talentos y posibilidades. De hecho, me casé con una compañera de curso que es tan o más inteligente que yo. Y personas como la Soledad y la Michelle han demostrado que no hay nada que un hombre haga en la vida pública que no pueda ser hecho por una mujer. Y quizás ellas le agregan un toque de calidez y preocupación por los detalles que los hombres no tenemos.
¿Tendrías algún problema en trabajar por una candidatura de Michelle Bachelet?
- No, pero sí creo que la Soledad tiene un conjunto de experiencias públicas que le dan un plus. Pero eso lo tiene que decidir la Concertación. Yo me siento igualmente tranquilo con ambas.
Lo dejó prácticamente todo -principalmente su cargo como vicepresidente de Sonda- para ir a la pelea por la alcaldía de Peñalolén, una de las contiendas más emblemáticas de estas municipales. Y remarcando en su idealismo de antaño, aprovecha de pasar varios mensajes. "La clase política le tiene miedo a los jóvenes".
"De qué sirve vivir si no se sabe para qué", fue la frase que dedicó Claudio Orrego Vicuña a sus hijos en su testamento. En ese entonces, su primogénito tenía 15 años y, aparte de legarle su nombre y testimonio, el prócer de la Democracia Cristiana le dejó una misión no fácil de cumplir en tiempos escasos de idealismo.
Sin embargo, desde esos años en que presidía el centro de alumnos del Colegio Saint George, Claudio Orrego Larraín asumió su liderazgo con pasión. La misma que demostró años después cuando, desde la Escuela de Derecho de la Universidad Católica, conquistó la Feuc para la Concertación. Luego partió a Harvard y, a su regreso, fue concejal por Peñalolén y se hizo cargo del proceso de modernización del Estado bajo el gobierno de Eduardo Frei.
Su carrera iba en ascenso y rápidamente fue reclutado como uno de los niños prodigio del Presidente Ricardo Lagos, quien le dio la titánica tarea de ser a los 33 años, biministro de Vivienda y Bienes Nacionales. Hasta que, de la noche a la mañana, fue sacado y "juzgado en la plaza pública", como se tituló en ese momento.
Aún así, a poco andar, volvió a levantarse y fue contratado por Andrés Navarro como vicepresidente de desarrollo de Sonda. Aparentemente ahí lo tenía todo: reconocimiento, contactos, buen sueldo. Pero a fines de 2003, nuevamente la muerte de personas queridas -Jaime Castillo Velasco y el padre Gerardo Whelan- lo volvieron a remecer.
A sus 37 años -y tres hijos- decidió renunciar a tan alto cargo: "Uno no puede vivir marcando el paso, llegando a fin de mes, pagando deudas. Eso, al final, no es vida, es esclavitud. Como generación, hemos estado arrasados por una cultura de lo material. Pero de repente necesitamos sentirnos útiles", confiesa con esa intensidad y rapidez de palabra que lo definen a primera vista.
Se nota que desde chico se acostumbró a argumentar y a acaparar la atención del grupo.
"Siempre fuimos las ovejas negras de la familia. Por ambos lados -Orrego y Larraín-, todos son bastante de derecha. Pero nos queremos y respetamos mucho. Me acuerdo de estar comiendo en la casa de mis tíos Jorge Gabriel Larraín y Patricia Matte y discutir sobre el régimen de Pinochet, en el cual ella trabajaba y al cual yo me oponía furibundamente", relata. "Algo de eso tiene que ver con las viejas tradiciones republicanas, de que uno puede ser íntimo de alguien y discrepar en muchas cosas".
Así también cuenta que su abuela, Valentina Bunster de Larraín, nunca fue más feliz que cuando él salió del gabinete. "Pero ahora me preguntó: '¿Cómo dejó ese trabajo tan bueno?' Aunque al mismo tiempo siente chochera, porque sabe que esto es lo que más me apasiona".
No obstante sigue siendo miembro del directorio de Sonda y pretende seguir vinculado a Cieplán -donde hasta ahora ha ejercido como investigador asociado- reconoce que esta apuesta le significa algunos ajustes presupuestarios en el ámbito doméstico. "Hablé con mi señora y vimos las consecuencias prácticas de tener que redefinir los gastos de la familia. Ahora ella está trabajando más y yo tengo la fe del carbonero. No tengo dudas de que vamos a salir adelante. Si tenemos que cortar algunos suntuarios, lo vamos a hacer sin problemas. Los niños lo tienen súper claro", dice.
¿Por qué no te "guardaste" para ir como diputado en las elecciones del próximo año?
- Para quien quiere hacer cosas y le gusta lo social y lo político, ser alcalde es lo más entretenido. Se me abrió la posibilidad de volver a una comuna donde he trabajado casi toda mi vida, donde viví casi tres años, fui concejal y mantengo una corporación. Además, es un distrito muy atractivo. Tiene diversidad social, con enormes y graves problemas... es como un pequeño Chile de 230 mil habitantes. Y en un país donde hay problemas de delincuencia, de pobreza, de mala calidad de la educación, de mala atención en los servicios primarios de salud, se sabe que no bastan las buenas intenciones. El camino al infierno está lleno de ellas. La gente no sólo vive de pan y de veredas bien pavimentadas, también requiere de una esperanza por la cual jugársela.
¿Cómo te las arreglarás para financiar tu campaña?
- En eso todavía me falta, pero no me voy a quedar por plata. Vamos a hacer puerta a puerta, donde se ganan los votos. Y sé que al final las lucas van a llegar igual.
¿Qué dices cuando algunos te ven demasiado seguro de tí mismo, con una buena cuota de soberbia?
- Antes de eso, me considero un apasionado de todo lo que hago, lo que nunca he mirado como una falencia o un defecto. Sin embargo, hay que tener claro que esta pasión no es sinónimo de sentirse imprescindible. Llega un momento en que tienes que dar un paso al lado y dejar que otro continúe, lo que reconozco que me cuesta. Cuando salí del ministerio, sinceramente creía que lo estaba haciendo bien, estaba apasionado creando nuevas políticas, lo que continuó Jaime Ravinet. Pero yo no vi ningún fruto de mi gestión, aunque dejé mi vida y mi familia. No me medí, lo que es un defecto.
¿Qué tan presente está tu padre en todas tus aventuras políticas? De hecho, sigues siendo un firme militante de la Democracia Cristiana...
- A pesar de todo, dirían algunos... ( se ríe). Soy de la generación de los perseverantes, aunque algunos también dicen que de los "hincha pelotas". Pero en todo caso, creo que mi padre está súper presente. No hay semana que no me acuerde de lo que él hizo y de lo que significó para mí y para mucha gente.
¿Qué hay de él en ti?
- En realidad, soy súper distinto a mi papá. El, aunque fundó muchas instituciones, era más intelectual. Tenía un don particular para expresar las ideas. No sé qué habría pensado él al verme de vicepresidente de una empresa privada. A lo menos habría arrugado un poco la nariz, porque era de otro mundo. Pero la política actual es distinta. No sólo es la de los grandes discursos y sueños, también es la de la capacidad de gestión y los buenos planes. Como sociedad, hemos ido en un vaivén. En los '60, fue la época de los grandes sueños y después nos fuimos al pragmatismo más atroz. En el siglo XXI, no sólo las personas están volviendo a encontrarse con el espíritu, sus familias y el sentido de las cosas, sino que quienes estamos en lo público tenemos que ser capaces de reencantar ese espíritu en las personas.
¿Cuál es tu techo en política? Desde tus años en el Saint George se decía que tu objetivo era llegar a ser algún día Presidente de la República...
- Mi techo no tiene que ver con cargos. Tengo sueños súper ambiciosos para este país, en sociedad con mucha gente que ni siquiera está en la política. Mi pasión es construir un Chile distinto, pero el tiempo irá diciendo desde dónde. Nunca creí que iba a ser ministro ni tampoco que iba a trabajar en el sector privado... No ando con un mapa con la ruta crítica para llegar a algún lado. Eso es de gente frustrada, cuya meta en la vida es llegar a un cargo. También he aprendido, a porrazos, que uno puede hacer eso desde cualquier lugar.
"MÁS VÍCTIMA QUE VICTIMARIO"
A raíz de lo ocurrido en el caso MOP-Gate, ¿no te pesa la situación vivida por el ex ministro Carlos Cruz?
- Más allá de los ribetes judiciales, que desconozco, hay algo en la situación de Carlos Cruz en lo cual él también es víctima. Aquí hay temas que no se resolvieron hace mucho tiempo, hasta que llegó esta crisis. Él tuvo que decir: "Yo recibí un sobresueldo", para que arregláramos problemas que todo el mundo conocía. Lamentablemente, al menos en ese ámbito, Carlos Cruz fue el pato de la boda. Me tocó discutir y enviar proyectos de ley sobre el tema de la gerencia pública. Sin embargo, en ese momento, no se veía la oportunidad política para abordarlo, porque se creía que iba a ser malentendido. Y al final tuvimos que hacerlo de la peor manera, en medio de una crisis y asignándole una responsabilidad injustamente sólo a una persona, que era más bien víctima que victimario.
Después de haber estado a cargo de la modernización del Estado, ¿te sientes frustrado con ese desenlace?
- No, al final la historia te va demostrando que las crisis son oportunidades. Pero sí tengo una tremenda satisfacción, lo que puede corroborarlo la gente del CEP y de otros centros de estudios, es que todo el trabajo que hicimos, durante seis años, permitió que existieran respuestas sobre la mesa para enfrentar la crisis. Y aunque la gente no se dé cuenta, entre los legados que va a dejar el Presidente Lagos está una institucionalidad pública, en el financiamiento de la política como de reclutamiento de altos directivos de gobierno y transparencia de sus remuneraciones, que será la envidia de América Latina.
"MIEDO A LOS JÓVENES"
- Antes del mensaje presidencial del 21 de mayo, tú fuiste uno de los primeros en exigir que el gobierno se pusiera las pilas con el voto voluntario y la inscripción automática...
- Sí, pero me da una profunda rabia la inconsecuencia de la clase política. Hoy el mecanismo de inscripción electoral es tan engorroso, que está hecho casi para que los jóvenes no se inscriban. Es cierto que para el plebiscito del '88 todos nos inscribimos, porque nos jugábamos el destino de Chile. Pero es obvio que terminaríamos como hoy: con 2,4 millones de jóvenes que no están inscritos. Por eso, los políticos hacen puras campañas para el adulto mayor. Y como los jóvenes sienten que no los consideran, no se inscriben. Lo más increíble es que ese proyecto de inscripción automática ya fue anunciado el 2001 y se votó. ¡Pero se rechazó! ¡Con votos de la Concertación! ¡Un escándalo! ¿Dónde estaban esos senadores que han reclamdo la importancia de la juventud? La clase política ha demostrado que le tiene miedo a los jóvenes. Nadie se atreve a incorporar a un 30 por ciento del padrón electoral, porque no saben cómo va a votar.
¿Qué viabilidad le ves a este proyecto?
-Espero que La Moneda haga un trabajo político y saquemos al pizarrón a aquellos que se oponen. Pero ojalá que la discusión se centre en la inscripción automática más que en al voluntariedad del voto. Y que no pase que por estar de acuerdo en lo segundo, vamos a seguir con esos más de dos millones de personas fuera. Por eso pedimos que, para estas municipales, permitiéramos la inscripción por Internet. Podemos pagar los impuestos de esa forma, ¿cómo no vamos a poder inscribirnos? Es un tema sólo de voluntad política. ¿Cuánto ha gastado el Ministerio del Interior en una campaña que motive la inscripción? Desde muy chico aprendí que la prioridades se medían en tiempo, lucas o liderazgo. Nada de eso ha habido en este caso.
Tampoco se ve una especial preocupación por incorporar a los jóvenes en la DC...
- La gran mentira que nos hemos tragado como generación es que algún día "alguien" nos iba a abrir los espacios. Me cansé de escuchar las historias de cómo Eduardo Frei Montalva invitó a participar a todos estos caballeros que siguen aferrados a sus cargos. Ellos no se van a mover de ahí. Pero, ¿tenemos derecho sólo porque el carné nos dice que somos más jóvenes? A nadie le van a regalar nada si está sentado tranquilamente en su oficina. Por eso estoy yendo de alcalde, sin que me digan "Claudito, te traemos una sandía calada..." Espero que esto sea contagioso, para que en las parlamentarias también haya otros dispuestos a lanzarse. Sé que hay gente de mi generación con ganads de dar la pelea. Tales como Alberto Undurraga, que va ahora en Maipú; Sergio Espejo, Clemente Pérez, Manuel Inostroza, Sergio Micco...
Puros hombres... -
- Lamentablemente, ésa es una de las falencias que tenemos. Pero también hay algunas mujeres, como Ximena Rincón.
Y Soledad Alvear, la apuesta presidencial más segura de la DC segun las encuestas...
- Ella es un fenómeno en varios sentidos. Cuando la gente la ha criticado, se olvida que esta mujer lleva 14 años en el gabinete. ¡En la primera línea! Ha tenido los pantalones para tomar decisiones duras y ha podido abordar la política exterior en tiempos turbulentos y tener resultados. Soy un profundo admirador suyo. Y para mí es obvio que la mujer tiene los mismos talentos y posibilidades. De hecho, me casé con una compañera de curso que es tan o más inteligente que yo. Y personas como la Soledad y la Michelle han demostrado que no hay nada que un hombre haga en la vida pública que no pueda ser hecho por una mujer. Y quizás ellas le agregan un toque de calidez y preocupación por los detalles que los hombres no tenemos.
¿Tendrías algún problema en trabajar por una candidatura de Michelle Bachelet?
- No, pero sí creo que la Soledad tiene un conjunto de experiencias públicas que le dan un plus. Pero eso lo tiene que decidir la Concertación. Yo me siento igualmente tranquilo con ambas.
3 comentarios
Claudio -
Tienes razón: se trata de una falencia del sistema político y de la DC. Pero ojo, las cosas cambian. No es casualidad que las dos cartas fuertes de la Concertación sean mujeres (DC y PS). Al mismo tiempo, y sólo para tranquilidad tuya, mi record a este respecto es bueno. Las tres directoras ejecutivas de la Corporación Encuentro han sido mujeres, la directora de la radio Encuentro es mujer, la encargada de mis escucha a la comunidad también, mis dos subsecretarias cuando fui bi-ministro fueron mujeres, más del 50% de mis directivos también lo fueron, etc. En todo caso, no las elegí para ser políticamente correcto, sino porque realmente eran buenas en lo suyo.
Gracias por participar.
Claudio Orrego
Gracias por
Pamela Molina -
Juan Pablo Marchant Corvalan -