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Tenemos mucho, lo podemos todo

Los herederos de Machuca

Estimados amigos, les copio la columna de opinión que salió ayer en la Tercera. La escribí con la guata y con todo lo que significa la integración social en un lugar como Peñalolén. Me encantaría conocer sus opiniones sobre este tema. Un abrazo,
Claudio

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Los mundos de Infante y Machuca coexisten hoy, lamentablemente, separados por rejas, desconfianza y desconocimiento.

Como compañero de colegio del director de esta notable película, fui testigo directo de la experiencia de insertar a niños pobladores en un colegio católico del barrio alto. Inspirado en la opción preferencial por los pobres de la Iglesia Latinoamericana, este programa buscaba no sólo dar la oportunidad de una educación de calidad a jóvenes que por razones económicas no podían acceder a ella, sino también buscaba producir una integración social y humana entre jóvenes de distintos mundos y sectores socioeconómicos.

Si bien la experiencia se vio abruptamente interrumpida luego del golpe y la intervención militar del colegio, algunos de nuestros nuevos compañeros terminaron su educación secundaria con nosotros, aunque no sin dificultades y tensiones. El resultado fue, sin duda, de dulce y de agraz. Más allá del ambiente de polarización política y social que se vivía, es legítimo preguntarse si ese era el mejor camino para producir dos bienes vitales en el Chile de ayer y de hoy: una educación de calidad para los más pobres y una sociedad integrada.

Así y todo, hoy hay ejemplos notables de cómo esa fue una experiencia que nos cambió para siempre a todos los que en ella participamos. Uno de los casos que más me emociona es el de Eldedín Parraguez. El participó de esta experiencia siendo un niño y hoy es un destacado poeta y animador cultural, además de profesor de educación básica del mismo colegio en que estudió como Machuca.

Conocer el mundo de las mayorías pobres de nuestro país nos marcó profundamente a muchos de esa generación. Fue por eso que a fines de los 80 decidí vivir la experiencia de Machuca, pero al revés. Con un compañero de curso nos fuimos a vivir a la población La Faena, en Peñalolén, buscando compartir la realidad de los pobres de manera personal y radical. Queríamos aprender a mirar la vida desde ese mundo. Y por Dios que se ve distinto todo desde una población.

¿Qué aprendí durante esos maravillosos años en que fui un Infante en el mundo de Machuca? Primero, a dar gracias por todo lo básico de la vida. Cuando no se sabe si se tendrá salud o comida al día siguiente, uno tiene siempre presente el sentido de gratitud con la vida y con Dios. Segundo, sólo desde ahí se puede entender en serio lo que significa la injusticia social. Conocer a vecinos que luego de una vida de trabajo llegaban a la ancianidad sin pensión y hasta sin vivienda propia me hizo revelarme ante el tipo de sociedad que construíamos. Son tantas las necesidades en la población, que todo el mundo sabe que nadie puede salir adelante sólo. Así, la solidaridad surge, vive y se experimenta día a día. Lamentablemente ese aprendizaje se puede perder en la medida en que la gente empieza a surgir y cree que puede rascarse con sus propias uñas.

Finalmente, aprendí que una de las cosas más importantes para los más pobres es que las instituciones públicas funcionen bien. Si uno tiene recursos puede "comprar" buena salud, vivienda, educación y hasta seguridad. Si uno es pobre, sin embargo, depende de lo que hagan los servicios públicos. Si ellos funcionan bien, fantástico. Si funcionan mal, es dramático, ya que los pobres no pueden comprar calidad de vida.

Esas razones, más el testimonio de mi padre, me llevaron a optar por el servicio público como respuesta a esa herencia de Machuca. Por eso ver la película me emocionó tanto. Me hizo recordar a Gerardo Whelan (el cura "McEnroe"), quien fue uno de los que me incentivaron a optar radicalmente por mis ideales.

Pero Macucha es más que una experiencia personal o un recuerdo del golpe. Se trata de un grito que debiera interpelarnos a todos a mirar los irritantes contrastes sociales del Chile hoy.

Luego de las políticas de erradicación del gobierno militar, muchas comunas se "limpiaron" de toda diversidad social. Hoy no es raro saber de jóvenes de estratos altos que nunca han conocido como vive la mayoría de sus compatriotas más pobres. Grave dato para un país que aspira a crecer con equidad. Los mundos de Infante y Machuca coexisten, lamentablemente, separados por rejas, desconfianza y desconocimiento. ¿Será posible edificar los puentes que permitan construir comunas socialmente integradas y sin diferencias odiosas?

Ojalá que Machuca reviva en nosotros ese deseo profundo de una sociedad justa, fraterna y sin discriminaciones. Apasionante tarea para Chile.

7 comentarios

Francisca -

Claudio, quiero decirte que Admiro mucho la consecuencia y la valentía que tuviste cuando decidiste que no bastaba con escuchar historias para conocer como viven los mas pobres, y dejaste la casa de Infante para compartir el día a día de Machuca. Esa actitud te hace un hombre especial dentro del mundo político hoy, y espero que sea tu gran fortaleza como futuro alcalde.
Suerte en todo.

prueba -

AM -

Yo ya lo dije antes
http://el-cuaderno.blogspot.com/2004/08/machuca.html
Soy de Peñalolén desde enero y no alcancé a cambiar de registro, supongo que podría haber votado por ti. Salute
AM

Anónimo -

I -

Lo que me dejó dsolado de la película Machuca fue la brutalidad de nosotros los chilenos para resolver los conflictos políticos que nos involucran. Como si no fuesemos hermanos, aplicamos soluciones que me dejan helado por lo incruentas. Veo la realidad actual, caso Spiniak por ej., y veo que esa brutalidad noa ha disminuido, sigue a la base de las "soluciones" aunque quizá más contenida. Se fuerza al derecho, se recurre al arbitrio, en fin. La brutalidad del "golpe" comunicacional tuerce los procedimientos legales.
¿Qué tendría que pasar para dejar de disputarnos a golpes? No veo que el malestar del '73 se haya erradicado de nosotros.

I

Gloria Torres -

QUERIDO CLAUDIO

Me gustaría mucho compartir contigo y amigos la excelente película
Machuca, lo cual no podrá ser, por lo que quiero compartir un
pensamiento contigo.

Y traer memoria significativa a este mail.
Al ver el film ,se me vinieron olvidadas imagenes de la vez que estando
en la Vicaría Norte se nos ocurrió invitar a jovenes a participar en las
Colonias para poder usar los jardines del Colegio.

Te conocí entonces , como uno de los estudiante del San Jorge, que
aceptaron una experiencia no fácil - apoyar las Colonias Urbanas de
Renca -
Donde un Orrego, Frei, ... llegó esta vez donde los Machucas.....
Entonces a ti y otros compañeros y compañeras las correspondió en
tiempos de dictadura validarse en un grupo dificil.... lo importante no
eran las palabras ni las intenciones sino saber hacer ¿como multiplicar
los recursos? ¿sacar agua del grifo?... Creo que no te lo comenté pero
tu participación fue significativa para esos jovenes. Lo supe el día que
murió tu padre porque hicieron colecta y se organizaron para ir a la
misa....porque habías ayudado a "levantar la Colonia de niños"....

Claudio sin duda esa experiencia a ti también te debe haber interpelado,
lo sé cuando te veo volver al servicio público con fuerzas y ganas para
no detener en encuentro país que sin duda se va a producir. Mi apoyo y
afecto.

Gloria Torres
Abogada ExJefe Vicaria Solidaridad Zona Norte.

Alfredo -

Hola Claudio

Si bien no he visto la pelicula, me siento un poco identificado. Orgullo siento de haber sido poblador (aun lo sigo siendo en el corazón a pesar de estar en Maipú ahora) de la gran comuna de Peñalolén y de haber tenido la oportunidad de aprender y desarrollarme en múltiples ámbitos en una de las instituciones más potentes, innovadoras y acogedoras de la comuna: La Corporación Encuentro. Junto conmigo muchos otros han vivido esta experiencia y todos estamos de acuerdo en afirmar que definitivamente nuestro paso por esta casa nos cambio la vida. Todos encontramos un espacio que en el 'mercado' laboral y educacional no hubiesemos encontrado. Hoy tengo mi propia familia. Hace unas cuantas semanas fui padre de una hermosa hija (la Mariana), y debo dar gracias a Dios a que todo salio de maravillas. En estos dias junto a mi mujer recuerdo esos tiempos y les doy gracias a todos los que hicieron posible ese espacio. Ojala que en todas las comunas de este país existieran lugares como ese donde la gente pudiera reunirse a aprender, colaborar y a crecer juntos, no importando tu credo, tu color o tu condición social.

Un gran abrazo a la distancia y demás esta decir que si en algo puedo ser útil solo basta avisarme.

Alfredo Flores